Feliz cumpleaños, poeta

Hablarte en pequeñito es mi manera de amarte,
ya no sé si funciona para ti, 
pero lo hace para mí. 

Mirarte mientras lees es mi deleite,
desconozco si aún lo notas, 
y si acaso ya te molesta,
pero yo 
no lo pienso dejar. 

Muchos versos han pasado de tu boca a mi oído,
muchos besos de mi boca a la tuya,
muchas letras, muchas notas,

muchos y muchas. 

Acaso no hayan pasado treinta y dos años,
sino treinta y dos vidas, 
y sólo he podido pasar cuatro contigo,
casi cinco. 

Así, aunque sólo sea porque tengo sed,
de tus versos, de tus besos, de tus letras,...
dame de beber un poco más,
no seas así.

Porque dónde voy yo, poeta de mis anhelos,
dónde voy yo ahora que lo sé, 
que nací para musa tuya,
sobreviví para leerte,
sufrí para que me aliviaras,
lloré para hacerte reír,
me apagué para brillar a tu vera,
caí para que me elevaras
cada día al llegar a casa,
cuando llego y no pasa nada,
todo está bien,
todo lo llevas en calma,
me subes la sonrisa y la falda,
me bañas en tus ojos y en tus palmas. 
Y me dices: "Esto es la vida".

Dónde voy, te digo,
sin saber dónde pondrás tu último verso.

Te lo digo en pequeñito, pero te lo digo a lo grande:
en nuestro unicornio hacemos lo que nos da la gana,
y yo quiero seguir volando más vidas
abrazando tu espalda
y soñando versos.

Tras el vacío





Vimos lo que les hicieron,
los sepultaron en ladrillo, en cristal, 
los amortajaron con trajes,
los alimentaron con billetes, 
los rellenaron con sofismas,
y entonces, sólo entonces, 
ellos produjeron el vacío. 

Un vacío puro, oscuro, inmaduro, 
que absorbe la luz,
alinea los brillantes zapatos
anuda corbatas, 
exige drogas. 

Recuerda, lo habíamos leído antes, 
que si creabas el vacío, 
el gris teñiría las miradas, 
el reloj sería un tirano,...
y la rosa no tendría sitio. 

La nada y el vacío han llegado
y yo te estoy llamando. 
¿Dónde estás?

La rosa te necesita, 
a ti, 
a tu esplendente espada de madera. 

Aquí estás, 
por fin llegaste,
ahora sí: 
desata la luz, 
ilumina el púlpito, 
propaga la verdad 
y protégela. 

Protege la rosa. 

Nadie más

Ya viste su semblante, 
amazona, 
cuando dijeron "¡No!" 
y tornaron el paso. 

Querían decir más, 
aplastar tu porte,
doblegar tu sello,
mitigar la brisa
que traes
desde que el mar besó
tu blanco pie de cristal. 

Hoy,
nadie más podía ser,
no hay error posible,
la espuma te precede,
y se avecina a la costa. 

Arribarás de nuevo,
con tus rizos y sonrisas,
cual mujer que sabe,
que sin regreso 
no hay valentía. 

Estás volviendo,
me dicen,
esta vez por el Sur,
como ave que regresa
y domina la Tierra madre.

Redoblan los tambores,
el vigía sube la torre,
algunos preparan flores,
y otros, ya sabes,
afilan dientes y guadañas. 

Tú los ves, los sientes, los respiras
e inspiras. 
"¡Ven!" claman algunos.
"¡Marcha!" ordenan otros. 
"¡Venme!" rogará aquél. 
Y espiras. 

Ya viene la amazona, 
cabalga la espuma, y con brío, la ola. 
Porta ya sus atavíos, sus armas, sus laureles. 
La esperen, la teman, la deseen, o la odien,
lo cierto es que todos se preparan
para recibir su sonrisa el puerto. 

Sólo ella, nadie más. 

Seamos libres

De ser libre, tendría alas, 
miraría como cigüeña al ocaso.
Subiría, bajaría, 
jugaría con mis amigos, los vencejos. 
Eso haría. 

Para ser libre 
habría de aflojar el ceño, 
destensar el cuello,
aliviar paso y mirada, 
tal vez parar. 
Así sería. 

Quien libre sea,
decidirá callar pronto, 
quedarse quieto, 
dormir, 
quizá sentarse,
susurrar y no gritar, 
escuchar después de oír, 
leer, 
escribir, y tal vez, sólo tal vez, 
no escribir. 

Mañana sería un buen momento,
la libertad nos llama,
amigo, paisano, hermano. 

Sal del rincón, asoma, 
han dicho que podíamos volar, 
lo dijo el telediario, 
los estudios científicos,
el horóscopo y mi libro. 
Ya te han bajado el ceño, el cuello y la mirada. 
Te veo callado y quieto, 
me hablas quedo y bajito. 
Te sientas y escribes. 
Te paras y lees. 
Te veo libre y celeste. 
Estamos listos.

Vamos ahora con los vencejos. 

Canción del DJ

"La música estaba hecha,"
me decías,
"no merezco la ovación."
Estalló la algarabía.

"Me limito a combinar,"
proseguías,
"sólo pongo otra canción."
El éxtasis crecía.

"No invento yo las notas,"
insistías,
"¿por qué la admiración?".
El Sol se despedía.

"Bailan todos,como siempre,"
prometías,
"no es magia, sólo emoción."
Y el Sol, que ya volvía,
se acercaba y te pedía:
"¡Pincha otra, por favor!"


...A DJ Raf.

Dedicado A.M.B.

Tu grandeza es mayor, 
siempre mayor de lo que dicen. 
Te digo "gran" y se queda en poco, 
te digo "magnífico" y se queda tenue. 

Si aparto 
tu filosófica barba griega, 
si avanzo
por entre tus colosales manos, 
si me adentro
en tu blanco pórtico de risas, 
si ahondo
en tu soberbia estampa,
el verdadero hallazgo serás tú. 

Tú iluminas la luz,
tú siempre con amor, 
el que das, que sin fin aumenta, 
el que has encontrado,
contagioso y puro. 

Esa semilla de oro
de la que naces,
en que floreces,
y cada día te rehaces,
es puntal, es faro
y es corriente.

Fortuna quiso nacerte,
bondad amamantarte
y Sabiduría amarte, desde hoy y en cada instante.

Y así, inmenso, expansivo,
recorres mil países.
Yo conozco tus maletas,
tu sombrero y tu olivo,
que trajiste caminando,
al País más pequeñito,
de cosas maravillosas,
del que eres ya vecino.

Te observo por la senda
y tú, sin ningún motivo
me haces cantar y bailar
y aplaudir por estar vivos.

Otro año, Gran Antonio,
sumas y sigues, y creces.
Otro año, Gran Antonio,
naces, renaces, renaces...

No somos guays

No volamos ni atravesamos paredes, 
a pesar de intentarlo cada tarde.
No brillamos en la oscuridad,
aunque miramos todo, por si algo brilla, 
para decir "¡Hala!" en caso necesario.

No contamos con varita mágica, ni alas de purpurina,

aunque aprendimos a fabricarlas
para por si acaso. 
Nunca se sabe. 

Las chicas como yo sabemos

que un Óscar en las manos
pesa mucho mucho, 
más que un bote de champú, 
o que el spray de la madera. 

Las chicas como yo miramos a otras chicas, 

y se nos abren la boca y los ojos, 
inclinamos la cabeza, aprendemos,
e imitamos a solas en casa.
Somos chicas que miramos, 
y luego admiramos. 

Las chicas como yo no hechizamos, 

no encandilamos,
pero prendemos velas. 
No tenemos el pelo de seda, 
pero hacemos trenzas a otras chicas,
y tatuajes de henna, 

porque son bonitos.

No levantamos ejércitos,
ni nos siguen por las redes,
pero nos gusta cazar renacuajos, 
en verano,
con la misma red de la piscina, 
y con la disciplina
que sólo pueden dar 
las ganas de explorar. 

Cuando una chica como yo

se encuentra con otra chica igual,
el abrazo es muy largo. 
Se emplean todos los brazos, 
las sonrisas, las carcajadas,
los latidos, las patas de gallo, 
el pelo, las piernas y las danzas
que cada una lleva acumuladas,
y que sólo puede compartir
con otra chica,
a condición de que sea maja. 

Las chicas como yo, 

no somos guays. 
Pero lo pasamos chachi. 

Restos de las flores

Parece que nade en pétalos, 
rojos, rosas, blancos, hojas, 
y que nadie repare en ellos, 
pues sólo yacen en el suelo. 

Lo que cae al suelo se ignora, 
como las lluvias del cielo,
sólo vemos aquí y ahora, 
sólo delante y cerca, 
y las gotas caen, 
no vemos, 
pero sabemos
que van cayendo,
que mojan y resbalan,
que también crean suelo
con lo que queda de las flores. 

¿Qué queda del jacinto, la peonía, la violeta?
¿Qué de la margarita? ¿Y de tus Rosas?
Te lo pregunto por la noche, 
porque parece que se pueda
preguntar sin que se note. 

Aún quedan, me dices,
lilas, lirios y muchos, muchos dientes de león.
Los guardas muy al fondo
de la copa, sombrerero, 
para que el próximo enero
tengamos para los dos.

No me fío de las flores
que regala mayo al Sol,
sino sólo de la Rosa
de quien eres defensor.

¿Alguna para mí? pregunto,
retorciéndome el gabán,
pues tengo miedo de pedir
lo que sólo se ha de dar.

"Aguarda, Alicia,"
das en contestar.
"Soy peregrino,
todo se andará".

De aquí a allí.

Lo cierto es que estoy harta de las estaciones de trenes y autobuses, de agitar la mano por la ventanilla del conductor y verte en el retrovisor. Hemos vivido escenas maravillosas de despedida, hemos creado una enciclopedia del idioma de la distancia, del cariño al oído, de la empatía y la fe. 
Este hilo que nos une, esta soga indestructible que es capaz de cruzar fronteras y océanos en caso de necesitarlo, ya no necesita ser testada nunca más. 
Este lazo rodea mi seno. Es bello notarlo, como el anillo en el dedo, y lo noto cuando tomo aliento - que es el aire que me ayuda a volar hasta tus sueños -, y cuando lo dejo ir - el aliento que vuela miles de kilómetros hasta llegar a tu pecho -. 
Esta liana tiene la forma de tu brazo cuando pasa por mi hombro, tiene la forma de tu mano al tomar mi talle. La forma de tus rizos - si tiras de uno de ellos, con seguridad saldrá un buzón -, la forma de una nota de piano grave, pulsada en mitad de un silencio vacío, vibrando y vibrando sin tope. La forma de un camino que serpentea y obliga a escapar. Esta soberbia hebra, que va desde tu pecho al mío, está hecha de cabello dorado y negro, mojado de lágrimas, sostenido por sonrisas, amalgamado de chistes, y firme. Firme, como la poesía que guardas en tu nuca y aún no te has visto a pesar de alumbrar tu aura. 
Para cortar esta madeja infinita de pestañas caídas sobre tu hombro desnudo, harían falta dos cosas: la primera, que tú no fueras tú; la segunda, que el amor no fuera el amor. Sin embargo, puedo decirte que este esplendente filamento no puede cortarse por una sencilla razón: el amor opera como amor, y me hace verte cada día más "transparente", es decir, que para mí, tú cada día eres más tú. Ergo: no puede cortarse.
En su lugar, es posible que juguemos a ser dos gatos con un ovillo de lana morada, y enredemos todos los lugares que existen en el planeta hasta ahora: Salamanca, Zaragoza, Gijón, Oviedo, Barcelona, Figueras, Londres, Cadaqués, Madrid, Logroño, Niza, Las Batuecas, El Monasterio de Piedra, Daroca, Dover, alguna playa perdida y silenciosa del Norte,...
Así pues, cuando por fin pueda vivir prendada al vello de mi cielo de pelo negro, este mundo será mullido y morado, tal vez políglota - el español, el inglés, el francés y el "pequeñismo" -, con cosas brillantes, muchos libros, algún sofá, una buena ventana, yogures, chocolate,... e infinidad de besos por todas partes del mundo, de la casa, de nuestros cuerpos.
Solamente te pido: no sueltes tu extremo. Yo beso el mío.  

Alicia en el País de las Maravillas

Casilla de salida

En aquellos tiempos me recordaste que las cosas de esta vida son sus nombres, y que las Alicias no pueden ignorar serlo. Me recordaste. Digo me recordaste, porque yo esas cosas las supe tiempo atrás, cuando medía la mitad y todo era más grande que yo, salvo las verdades. 
Con el tiempo todos acabamos en las mismas casillas de salida, sólo que no al mismo tiempo. Perderse en los comienzos es algo que me gusta hacer los viernes por la noche, cuando los bares hierven y las furias se desatan en la calle. En ese momento encuentro cobijo en la penumbra y acordes que me acunaron en los noventa vuelven a sacudirme los alientos. 
Para cuando dejamos de mirar hacia adelante también deberíamos poder mirar hacia nuestros pies. Sé que está alto, da vértigo mirarse, e incluso puede que algunos no alcancen. Sin embargo, es primordial conocer nuestra ubicación para tirar de las próximas cometas en la dirección contraria al viento. "Recuerda, - me dijiste- si vas en la misma dirección, no volarás". Como te decía, esas cosas las sabía de pequeña. 
Afortunadamente aún me quedan las noches, el morado, la purpurina, los dobles arcoiris, las marionetas de madera, el confetti, las alas de hada, todas las cosas capaces de rebotar, los hologramas, los palos prendidos que bailan en el aire, las estrellas fugaces, las caracolas con el mar dentro,... y mi caja de madera donde cabe todo eso y mucho más. Es una caja mágica porque, aunque la pierdas, sabes que aparecerá cuando la necesites. La encontrarás, la abrirás y sonreirás. Es así. Así de mágica es. 
Hace poco crecí. Hacía tiempo que no lo hacía. Me miraba a los pies y estaban más lejos que antes. Después miré hacia arriba, pero el cielo no estaba más cerca, tan sólo era más grande. Resultó que también era mágico, porque de repente me vi sonriendo.

El viaje de Alicia

Magia es lo que haces con tus pupilas negras, 
con el aire que levanta tu capa
para desvelar las casualidades que, 
mira tú por dónde, 
no eran tales. 

Si yo sueño es porque soy Alicia.
Si tú escribes es porque así debía encontrarte, 
cuando tomé la galleta y me colé por donde no debía, 
y nadé más de lo que se suponía, 
y dije más de lo prudente, 
y atravesé los bosques y los miedos, 
las oscuras sonrisas, 
las locuras fugaces, 
todos mis no cumpleaños, 

los reyes de corazones que no quisieron mi cabeza. 

En el corazón del bosque,
el viento levantaba tus hojas, 
las gotas esparcían tu tinta, 
tu pelo cubría tu faz
y yo sólo te sentía. 

Tu existir es como la Luna, 
como una nota de piano mantenida, 
el roce de una mano en la algarabía, 
un hilo prendido de mi aliento a tu nuca, 
sublime y eterno elixir. 

Cuando llegué al centro, nuevamente era diminuta. 

Un soldado se habría erguido. 
Tú, como buen príncipe, 
me devolviste a mi tamaño 
a base de versos y rosas. 

No me negarás que, sólo por eso, te deberé siempre ese beso.


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