Tira, con suavidad, tira del intestino a ver si sale todo entero y sin romperse, igual que las mondas de la naranja. Tal vez si le das un certero y último giro de muñeca consigas que salga el estómago. Ahí es donde guardaba las mariposas, aunque ya se han estrellado todas hace tiempo, encontrarás cadáveres de ellas, y tal vez alguna larva moribunda.
Lo bueno de desmontar un cuerpo es que siempre puedes elegir por dónde empiezas, por donde más rabia te dé. La última vez yo me decidí por unos ojos, los miré y los miré, y al final, de tanto deseo, los cogí como cerezas en almíbar. Bueno, los tomé prestados, que tampoco soy tan sádica. Quedaron llorando unas horas, pero la experiencia yo creo que mereció la pena, ahora conozco este precioso órgano mucho mejor.
Puede que la próxima vez me dedique a desenroscar orejas, parecen estar hechas para eso. Podría colocarles unos pendientes "yeyé", los más horteras que encuentre, para probárselos sin que el propietario se dé cuenta, y luego devolvérselas cambiadas.
Dicen que la deconstrucción de los elementos puede dar lugar a inicios insospechados. Yo ya estoy deconstruida, y he sembrado en mi cuerpo una vulva y unos pechos, que espero que den fruto en primavera. Hasta entonces abono, cariño y comprensión. Aunque hace años que todo lo que planto, salvo los cactus, se me muere. Será cuestión de tener fe esta vez.