Cuando volviste ya no estaban, ¿verdad?
Sí, yo ya lo he intentado.
Gritos en la noche,
piel reversible de los párpados,
que se abren y cierran
deseando decir.
Estuve donde tú,
en el mismo agujero,
con un cubo, achicando el lodo.
Ahora recuerdo,
mirar hacia arriba y adivinar la luz.
Respirar hondo, soñando
con lilas, jazmines y madreselvas.
Ignorar el hedor.
Justo en tu sitio
me senté una tarde de verano.
El Sol pintado a la mitad,
reposando sobre las montañas añiles,
la cigarra llamando,
el musgo, la hojarasca, las moras.
Abrazar mis rodillas,
apoyar el mentón,
abandonar el tiempo.
La infancia es una tarde de verano
con el rotundo poder del azul más limpio,
que flota
en los entreactos del vivir,
y que siempre espera
en el campo,
para jugar contigo, con las piedras, los palitos, los cascabuyos, las zarzas, las piñas, las cortezas,...
Sí, yo ya lo he intentado.
Gritos en la noche,
piel reversible de los párpados,
que se abren y cierran
deseando decir.
Estuve donde tú,
en el mismo agujero,
con un cubo, achicando el lodo.
Ahora recuerdo,
mirar hacia arriba y adivinar la luz.
Respirar hondo, soñando
con lilas, jazmines y madreselvas.
Ignorar el hedor.
Justo en tu sitio
me senté una tarde de verano.
El Sol pintado a la mitad,
reposando sobre las montañas añiles,
la cigarra llamando,
el musgo, la hojarasca, las moras.
Abrazar mis rodillas,
apoyar el mentón,
abandonar el tiempo.
La infancia es una tarde de verano
con el rotundo poder del azul más limpio,
que flota
en los entreactos del vivir,
y que siempre espera
en el campo,
para jugar contigo, con las piedras, los palitos, los cascabuyos, las zarzas, las piñas, las cortezas,...