Vimos lo que les hicieron,
los sepultaron en ladrillo, en cristal,
los amortajaron con trajes,
los alimentaron con billetes,
los rellenaron con sofismas,
y entonces, sólo entonces,
ellos produjeron el vacío.
Un vacío puro, oscuro, inmaduro,
que absorbe la luz,
alinea los brillantes zapatos,
anuda corbatas,
exige drogas.
Recuerda, lo habíamos leído antes,
que si creabas el vacío,
el gris teñiría las miradas,
el reloj sería un tirano,...
y la rosa no tendría sitio.
La nada y el vacío han llegado
y yo te estoy llamando.
¿Dónde estás?
La rosa te necesita,
a ti,
a tu esplendente espada de madera.
Aquí estás,
por fin llegaste,
ahora sí:
desata la luz,
ilumina el púlpito,
propaga la verdad
y protégela.
Protege la rosa.