Si hubiese querido tener una crisis de identidad la habría tenido hace mucho tiempo, ya se me ha pasado el arroz para eso. ¿No ves que ya estoy más hecha que un gratinado? Por fuera quemado y con una imagen extraña y no definible. Pero por dentro...mmmmm.
Últimamente me relamo mucho con gratinados como tú, que dices que también estás hecho, que no hay marcha atrás. Me dices que para caminar en esta vida hay que hacerlo de esta manera y de tal otra, yo te contesto con otra sarta de topicazos, no nos damos la razón y zanjamos el asunto comiendo gratinado, rebañando al final. Aunque no sea políticamente correcto, a mí me encanta rebañar tu plato y no dejar nada, nada.
Por eso, si hubiésemos querido cambiar lo habríamos hecho hace mucho tiempo, cada uno por su lado, con recetas diferentes de la vida. A lo mejor yo no sería violeta soñador ni tú verde matorrales. Sin embargo aquí estamos uno frente al otro, nuestros colores no combinan en ningún traje.
Por tanto, amor, ya no es momento de cambiar, ya estamos listos para servir, y sin embargo, hemos de amoldarnos, el uno a la fuente del otro. En lo venidero, procuremos recordar que nos gustamos tal como somos pero que tú eres cuadrado y mi fuente es ovalada. Tendremos que estar todo el día con una espumadera.
1 comentarios:
Muy culinario, ya me explicarás el trasfondo. Pero si a estas alturas se ha decosntruido la tortilla de patata cualquier cosa (o persona) puede cambiarse reinventarse
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