Me senté contigo una madrugada en aquél banco. Si me hubieras dicho que era de paja me habría ido antes de que se derrumbara bajo mi trasero. Pero en vez de eso te escuché, tenías tantas ganas de soltarme aquél conjuro directo a la tráquea... al final conseguiste lo que querías, que juntásemos los cuellos y fuésemos directos a tirarnos al río.
Hoy ha llovido, ha diluviado y me he acordado de lo mojados que estábamos dejándonos llevar por la corriente, arriba y abajo, encima y debajo, de lado y de frente, dentro y fuera... resultó que era mentira, era ilusoria aquella sensación de vértigo pecaminoso, había muchas más entrañas estrechas, complicadas, enrojecidas e inflamadas dentro de ti de las que yo hubiese podido extirpar en años. Seguro que esas amigas amigas tuyas, las uñas clavadas en la espalda, andan recorriendo muchas más espaldas desde mucho tiempo más atrás que nuestra última entrada de cine a medias.
Retiré mi vientre para cuidarlo como nadie lo ha cuidado jamás. Está inflamado y burbujeante, tiene latidos y en ocasiones me mira incómodo, preguntándose cómo es que nunca lo habían acariciado con las dos manos a la vez.
1 comentarios:
Bonito e intenso, aunque desgraciadamente tristo, y a mi por lo que tu y yo sabemos, es como si me clavaras algo en las entrañas al leerlo, qunque no vaya por mi.
Últimamente tienes una prolífica actividad bloguera.
Publicar un comentario
¿Qué opinas tú?