Cerré los ojos, incliné la cabeza, junté las palmas de las manos, entrelacé los dedos, apreté el culo, tensé el abdomen, y pensé:" Porfi, porfi, porfi, porfi, esta vez sí porfi, andaaa...".
De repente al fin, el señor del patio apagó el partido y cogió un libro. Se conoce que el berrido nutrido en burradas que le solté le causó sensación, y quiso aprender a insultarme en el mismo tono.
1 comentarios:
O_o Piensa que siempre podrá ser peor, podría ver Gran Hermano
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