Tengo una cuerda floja, se me ha torcido la fibra y el gesto se encuentra zambullido entre mis narices y mi ceño zurcido. Llevo todo el día zambullida en una piscina. Cada vez que salía para coger aire estabas tú ahí, buceando. Estaba esperando que me dijeras algo, que me miraras a las gafas de plástico, pero tan sólo veía tu tubo de snorkle, ...y encima estaba torcido. ¿De verdad respiras bien por la boca? Bueno, por lo menos de esa manera no percibes el olor a humo y nicotina que exhala mi axila.
En fin, que me despido, te dejo reptando por el fondo buscando la última goma del pelo que he perdido, si la encuentras déjamela en la antena de mi coche. Ojo, que la mía no es rosa ¿eh? Bueno, ni tampoco es mío el sujetador que acabas de mangar a la kioskera, claro.
En fin, que ya me despido, que me voy, me ausento, ya no voy a estar, ni estaré después. Oye, que te digo adiós con la mano, mira, y con la izquierda también, mira, con la cabeza y sin manos. Y con los pies. También sé silbar para despedirme, y cantarlo con el corazón.
Nada, que no sales del agua. Se conoce que aún añoras el líquido amniótico. Los dedos te saldrán arrugados, con rayas en las yemas, y picor en la entrepierna, pero que te quiten lo nadado.
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