Ayer.
Lo que daba el frío a la niebla matutina,
agonizaba el Sol que rompía,
justo cuando los cuerpos se desatan para morir,
la hora en que la manta es más fina que un párpado
y el sueño más duro que un puño odiando,
el año que nos chocamos contra el hielo,
con ese montón de hojas que ya no definen la estación,
y la escarcha empieza a vestir narices.
Volvióse ayer y nunca más el suspiro que escupo
en cada momento en que se desgarra la respiración,
la nuez que nunca tuve en la garganta,
la mirada que cuelga como gancho bajo los pulmones.
Volvióse ayer y nunca lo que nunca libaste,
volvióse de mentira el cartón piedra que balbuceabas en mi oído
al borde de un interminable colchón,
el cuadrilátero que estuve tanto tiempo pintando de rojo
con los restos de mis quicios,
con el horror que incubaba y que tarda aún en salirme
por las orejas calientes,
por las miradas color cuadrilátero,
por el rictus que amuela el aliento,
que hornea el aire que le rodea,
porque arde, tiembla y asorda,
porque sigue dentro y aguarda
a que llegue el peor invierno.
Ayer y nunca volvióse
el mes en que creímos hibernar para amar,
en que soñamos cristales de bohemios,
el invierno más oscuro, el que sorprende a los ancianos a contrapelo,
el que atrapa a los amantes en distintas islas,
el invierno que inmoviliza, amordaza, abriga y mata,
este invierno, éste con nombre par,
éste es el invierno de la Verdad...
Mereceré la Primavera.
Lo que daba el frío a la niebla matutina,
agonizaba el Sol que rompía,
justo cuando los cuerpos se desatan para morir,
la hora en que la manta es más fina que un párpado
y el sueño más duro que un puño odiando,
el año que nos chocamos contra el hielo,
con ese montón de hojas que ya no definen la estación,
y la escarcha empieza a vestir narices.
Volvióse ayer y nunca más el suspiro que escupo
en cada momento en que se desgarra la respiración,
la nuez que nunca tuve en la garganta,
la mirada que cuelga como gancho bajo los pulmones.
Volvióse ayer y nunca lo que nunca libaste,
volvióse de mentira el cartón piedra que balbuceabas en mi oído
al borde de un interminable colchón,
el cuadrilátero que estuve tanto tiempo pintando de rojo
con los restos de mis quicios,
con el horror que incubaba y que tarda aún en salirme
por las orejas calientes,
por las miradas color cuadrilátero,
por el rictus que amuela el aliento,
que hornea el aire que le rodea,
porque arde, tiembla y asorda,
porque sigue dentro y aguarda
a que llegue el peor invierno.
Ayer y nunca volvióse
el mes en que creímos hibernar para amar,
en que soñamos cristales de bohemios,
el invierno más oscuro, el que sorprende a los ancianos a contrapelo,
el que atrapa a los amantes en distintas islas,
el invierno que inmoviliza, amordaza, abriga y mata,
este invierno, éste con nombre par,
éste es el invierno de la Verdad...
Mereceré la Primavera.
1 comentarios:
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Vania
ariadna143@gmail.com
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