Viviste una y otra vez,
sin cansarte de vivir,
y añadías latidos a tu mochila,
y piedras y rosas y dalias y lirios y orquídeas.
Aprendiste a yuxtaponer agradeciendo,
mimando los añadidos
y los suspiros que aún te quedaban por lanzar.
Por aquella época llovía
en el algodón verde que flanqueaba la autovía.
Yo miraba por la ventana y señalaba,
como una niña,
como anciana fuera de la residencia.
Tú describías cada sencillez del camino
y la hacías más grandiosa,
con el único fin de llenarme las pupilas.
Cómo te lloro niña mía,
estoy mojando la madera y tú no me oyes,
sólo te tatúas mi nombre,
sólo me mencionas mirando hacia la cuarta pared,
sólo me conjuras con licores,
y me juras que soy el mayor de tus amores.
Me vives y me revives,
me imitas para que vuelva
y fabricas ecos con mi nombre
llenando cada esquina de la Sierra.
Me invocas en posición de Ángelus,
esperando la magia de volver a mi mejilla.
Pero debes creerme, niña,
tú no quieres eso, niña,
no quieres verme, niña,
aún no, niña,
vive, niña.
Noruega
Hace 1 mes
1 comentarios:
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