Deseo acariciar tu brazo derecho y transmitirte candor y ternura, sólo comparables a los que merece recibir un ángel como tú. Tengo tanto miedo de modificar tu personalidad que me dedico a observarla, protegerte o apoyarte en cada obstáculo emocional que te encuentras en la vida. Mi vida la iluminas tú, y por eso no dejo de sentir la necesidad de agradecértelo día tras día, adivinando tus sencillos deseos que ya de por sí son deseables.
Y como conozco todas tus neuras y debilidades, como me sé de memoria todas tus imperfecciones corporales y faciales, y además te adoro por ellas, lo único que me nace es intentar contribuir a que cumplas todos tus sueños y un día desees contarme cómo disfrutas haciéndolos realidad.
Espero con ansia el día en que vuelvas a decirme que eres feliz, te prohíbo que agradezcas lo que yo haya podido aportar a tu dicha, y tan solo bendigo el saber que te sientes en lo más alto. Estoy al quite de cada cosa que solicitas por esa grandiosa boca, corro a obtener lo que quiera que hayas dicho necesitar, y espero paralizada, a ver la reacción grandiosa que enseguida regala tu rostro al mundo.
No me canso de perseguir tu júbilo, y estaré aquí cerca, todo lo cerca que quieras que esté, para construir ese mundo perfecto que te mereces y que al tiempo me hace respirar y seguir viviendo. "
-"¿Cómo puedes amar de esta manera?".
-"Porque he aprendido a amarme a mí primero".
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