¿A qué huelo? ¿En qué lodazales me he revolcado?
¿Con qué me ensucié todos estos años?
¿Acaso queda algo limpio en mí?
Nadie se dió cuenta de mi prístino talón de Aquiles.
Tropezaron con él una y otra vez.
Hoy es el día en que lo tengo roto de tanto mostrarlo,
de tanto presumir de talón limpio.
Me pregunto si repartí bien las cartas, si a todas les puse franqueo,
o si tal vez equivoco el destinatario,
o acaso las mando como botellas en procesión acuática y titubeante.
Me pregunto si acaso no he enviado margaritas dentro de las botellas.
Si acaso las margaritas han sido devoradas por cerdos,
o si simplemente se las llevó la marea de besos, de pechos, de lechos, de roces deshechos,...
Me pregunto si me queda alguna primera vez, o si ya gasté el bono.
Me pregunto quién eres tú,
que avanzas insinuante y colocas tus pezones en mis ojos,
al tiempo que te peleas con mi cinturón.
Me pregunto si eres tú la anónima que recogió mis margaritas en silencio.
Me pregunto si en tu almacén de braguitas mojadas conservas un botellero
con margaritas de diversas cosechas.
Si por las noches sacrificas botellas,
o si simplemente las clasificas y las guardas .
Me pregunto si...
si esta margarita única y raquítica que me queda en el regazo
va a yacer para siempre sobre mis piernas,
o si es la única que entregaré en persona
a su legítima destinataria:
a ti, mi Sirena Recogebotellas.
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