Son como cuchillas,
las primeras notas de esa maldita guitarra.
Vetusta Morla y tu condenada boca.
Me lo envías.
Te va a gustar, me dices.
Me encanta, te digo.
Música directa a la boca de mi estómago.
Una cuerda y otra empiezan a sonar,
vibran al tiempo y me cortan,
sangro y sangro en negro por los ojos,
negro salado.
La astucia de esa melancolía que nos destruye en la sombra
y nos da la vida al final de cada etapa.
Quiero más, te digo.
No te preocupes, mi vida, yo te doy más.
Gracias, mi vida.
Atenta al próximo derrame,
espero frustrada tu ternura,
la deseo, la espero,
me llega una guitarra y una de tus letanías.
Se me arrugan los labios,
desbordan los pucheros,
una cría sin rumbo,
una mente depravada que sólo quiere más leña
y un mar donde arrojar cenizas.
Verte y no tocarte,
oirte y no besarte,
sentirte... y tan sólo poder soñarte.
Te he enviado otro, me dices, te va a gustar.
Gracias, mi vida, enseguida lo escucho.
las primeras notas de esa maldita guitarra.
Vetusta Morla y tu condenada boca.
Me lo envías.
Te va a gustar, me dices.
Me encanta, te digo.
Música directa a la boca de mi estómago.
Una cuerda y otra empiezan a sonar,
vibran al tiempo y me cortan,
sangro y sangro en negro por los ojos,
negro salado.
La astucia de esa melancolía que nos destruye en la sombra
y nos da la vida al final de cada etapa.
Quiero más, te digo.
No te preocupes, mi vida, yo te doy más.
Gracias, mi vida.
Atenta al próximo derrame,
espero frustrada tu ternura,
la deseo, la espero,
me llega una guitarra y una de tus letanías.
Se me arrugan los labios,
desbordan los pucheros,
una cría sin rumbo,
una mente depravada que sólo quiere más leña
y un mar donde arrojar cenizas.
Verte y no tocarte,
oirte y no besarte,
sentirte... y tan sólo poder soñarte.
Te he enviado otro, me dices, te va a gustar.
Gracias, mi vida, enseguida lo escucho.
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