Estabas siempre en la ventana.
Yo veía todos tus días,
hasta ésos en los que ni tú misma te mirabas. Adorabas vaciar tu verde por encima de las cornisas en Primavera. Después cantabas para las lilas de tu vecina y para las margaritas de todos nosotros.
Por aquella época llovían conciertos en la calle de tu ventana, y tú aplaudías sacudiendo sábanas llenas de amores nocturnos, puede que alguno verdadero.
Nunca, en todos esos trimestres de dudas y margaritas llegaste a verme. Por más que yo mirara, nunca supiste de mis ensoñaciones, ni de las medias sonrisas dedicadas sólo a ti.
Hoy vienes con un euro en la mano y me pides café con chocolate. Yo te dibujo una margarita con la espuma. Tú no la ves. Colocas la tapa. Vas a sentarte entre las margaritas.
Noruega
Hace 1 mes
1 comentarios:
Como decir...¡Ains!
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