Ya viste su semblante,
amazona,
cuando dijeron "¡No!"
y tornaron el paso.
Querían decir más,
aplastar tu porte,
doblegar tu sello,
mitigar la brisa
que traes
desde que el mar besó
tu blanco pie de cristal.
Hoy,
nadie más podía ser,
no hay error posible,
la espuma te precede,
y se avecina a la costa.
Arribarás de nuevo,
con tus rizos y sonrisas,
cual mujer que sabe,
que sin regreso
no hay valentía.
Estás volviendo,
me dicen,
esta vez por el Sur,
como ave que regresa
y domina la Tierra madre.
Redoblan los tambores,
el vigía sube la torre,
algunos preparan flores,
y otros, ya sabes,
afilan dientes y guadañas.
Tú los ves, los sientes, los respiras
e inspiras.
"¡Ven!" claman algunos.
"¡Marcha!" ordenan otros.
"¡Venme!" rogará aquél.
Y espiras.
Ya viene la amazona,
cabalga la espuma, y con brío, la ola.
Porta ya sus atavíos, sus armas, sus laureles.
La esperen, la teman, la deseen, o la odien,
lo cierto es que todos se preparan
para recibir su sonrisa el puerto.
Sólo ella, nadie más.
amazona,
cuando dijeron "¡No!"
y tornaron el paso.
Querían decir más,
aplastar tu porte,
doblegar tu sello,
mitigar la brisa
que traes
desde que el mar besó
tu blanco pie de cristal.
Hoy,
nadie más podía ser,
no hay error posible,
la espuma te precede,
y se avecina a la costa.
Arribarás de nuevo,
con tus rizos y sonrisas,
cual mujer que sabe,
que sin regreso
no hay valentía.
Estás volviendo,
me dicen,
esta vez por el Sur,
como ave que regresa
y domina la Tierra madre.
Redoblan los tambores,
el vigía sube la torre,
algunos preparan flores,
y otros, ya sabes,
afilan dientes y guadañas.
Tú los ves, los sientes, los respiras
e inspiras.
"¡Ven!" claman algunos.
"¡Marcha!" ordenan otros.
"¡Venme!" rogará aquél.
Y espiras.
Ya viene la amazona,
cabalga la espuma, y con brío, la ola.
Porta ya sus atavíos, sus armas, sus laureles.
La esperen, la teman, la deseen, o la odien,
lo cierto es que todos se preparan
para recibir su sonrisa el puerto.
Sólo ella, nadie más.
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