Furia

Hay veces que, en mis intentos por aunar paz interior, autocontrol, ataraxia y crecimiento espiritual, me topo con una piedra de canto afilado que me da en todo el hueso de la risa y me tumba. Parece que tenemos puntos débiles que son difíciles de ignorar.
Yo conozco de sobra mis puntos débiles, porque son muy débiles y claman al cielo cuando me los tocan. En los últimos años he logrado identificarlos. Dicen que es el primer paso. Pero el resto de los pasos...vaya si cuestan.
El más descomunal de mis demonios, es la ira. Sí oye. Parece que soy delicada y que todo el día tengo una sonrisa en la cara. Sin embargo en ocasiones algo me pincha la fibra y...se me acelera el corazón, se me calientan y enrojecen las orejas, se me revuelve el estómago y se me afea el gesto. Todo eso en cuestión de segundos. Tendríais que verme, o por lo menos notarme.
Se trata de un síndrome que tengo desde el año 2004 o así. Tuve en aquella época una especie de epifanía personal que me valió para saber lo que no quería en vida y perseguir lo que sí quería. El problema es que después de aquel punto de inflexión en el que decidí "no voy a hacer nada que no quiera hacer", cuando alguien me oprime un poco para hacer algo indeseado...en fin, que despierta a la bestia.
La bestia come un montón, sobre todo de energía positiva y vital. Amarga y carcome el espíritu si se la deja suelta. Es capaz de hacerme ver a todo el mundo en esta vida como una amenaza, y por ende, de aislarme y no permitirme que me abra a los demás.
A principios de este año he tenido otro renacer. Le he puesto un bozal a mi dragón interno. Podría decir que lo he domesticado. Es capaz de esperar un día entero para hablar cuando se despierta. Es capaz de no mandar sms o llamadas nada más herirse. Incluso es capaz de irse a correr si tiene mucha energía negativa acumulada.
Creo que voy por el camino correcto. Que no se trata de ser una marioneta de los demás, pero tampoco ir por la vida hecha una gorgona. El movimiento pendular de una actitud a otra hay que estabilizarlo, reducir su violencia. Combinar ambos extremos y crear la asertividad.
Voy avanzando, pero es muy difícil, mi peor enemiga soy yo misma, y si no hubiese empezado a cambiar, ya habría perdido a muchas personas y muchos sueños. El esfuerzo me está recompensando y doy gracias al Jefe por no ponerme más tragedias en la vida y darme esta época para tallar mi piedra interior, para buscar el equilibrio, para recuperar mi capacidad de empatizar y para respetar a los míos y a los que no son míos.
Hoy día veo personas que reaccionan con dramatismo e identifico la misma actitud, la comprendo e identifico la lucha interna que la persona está teniendo. Cuando una persona se enfada desproporcionadamente, es porque tiene miedo de que le hagan daño en una herida previa, e inseguridad de poder salir airosa l dolor infringido. Si comprendemos esto y nos ayudamos unos a otros podremos ayudarnos a superar ese miedo y esa inseguridad.
PD. Msthandi, un abrazo fuerte.

Vídeo de la semana - Educación sexual moderna (Les Luthiers)

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