Blog personal de expansión literaria y terapéutica. Entra y descubre muchas maravillas para curiosear.
Lo sé: me he comportado como una superficial. Lo siento, Candela, me he fiado de las apariencias. Yo pensaba que lo que nos mostrabas a mi y a todos tus espectadores, era lo que en el fondo albergabas. Siempre pensé que eras la típica que va de frente, la que dice lo que piensa, una persona a la que nunca se podría levantar ningún escándalo.
Ciertamente me he comportado como una frívola. Tu melena y tus árboles no me han dejado ver ese bosque oscuro y fangoso lleno de cardos muertos flotando en la superficie. Era por eso que no te comprendía... ¿Cómo no me di cuenta? Yo pensaba que querías ser para mí esa persona de la que siempre podría esperar un abrazo sincero en un funeral, o un juramento de lealtad eterna antes de cada viaje transoceánico. Lo siento, no supe comprenderte, te prejuzgué...
Ahora me lamento por las esquinas rallando y haciendo sangrar mis muñones contra el ladrillo visto de cada callejón, preguntándome si algún día volverás a mí, con esa piel de cordero, a coquetear con cada potencial amor que me importe. ¿Sabes? Echo de menos esos momentos en que nada me hacía dudar de tu palabra, en que los rumores resbalaban sobre mi piel recién impregnada de aceite corporal. Aquello... no era verdad, y tú te sentiste incomprendida.
Por favor, perdóname... ¡Quiero cambiar! Te prometo que no volveré a fiarme de tu cálida voz prometiéndome que estarás ahí siempre para mí, que no me traicionarás ni venderás mi número de teléfono a los psicópatas que te encuentres por la calle. A partir de hoy comprobaré en persona todo aquello que me asegures que es cierto y descubriré de qué graciosa manera has conseguido vilipendiar mi confianza esta vez.
No volveré a juzgarte por las apariencias, Candela, a partir de hoy haré caso de lo profunda que eres y del abismo de mezquindad que alimenta tus acciones. Pero te pido un favor: ayúdame, procura que escarmiente con cada treta que me apliques, porque si no volveré a recaer y a creer que eres íntegra... y no quiero, porque ya he sufrido demasiado la última vez.