Líquido y salado rodaba, como rocío bajando por tus hojas. Marea, va y ven. Me viniste, ya no respirabas igual. A las cinco, o casi las seis de la tarde, a esa hora éramos. Tus ojos cosidos, mi nuez izada, el revés del silencio, el bien del prójimo, la próxima parada y tus palmas florecidas. Un sondeo, decían, son de otros, decían, nosotros no, decían, no vayas, decían, no vengas, te dije. Pero la marea sabe ir y venir, no desaprende. Eran las seis, todas juntas, contigo alrededor, con los derroches y lo que sobra de cada abismo.
Llámalo "Mi País", porque también es tuyo, y está lleno de detalles para curiosear. No nos cortaremos ni un pelo en expresarnos, porque las Maravillas son variopintas, libres y contagiosas.