¡Pruébalo!

Cada 6 de enero desmonto el árbol de navidad plegable, guardo los adornos cuidadosamente en cajas donde nunca caben de nuevo y desenchufo las luces. Pienso cada año en estas fechas los mismos tópicos: que ahora viene el trimestre más duro y más oscuro del año, que por lo menos los días alargan y "por Reyes lo notan hasta los bueyes"... Pero este año es diferente.

En mitad de la muy mencionada situación dantesca de la economía y otros factores combinan con ella. En el transcurso de una muy depauperada situación política vista desde cualquier flanco, terminado un año de incertidumbre y amenaza a los fumadores, taxistas, estudiantes, pensionistas, controladores, famosos, abortistas, funcionarios, empresarios, empleados,... Al mismo tiempo que se hacen apuestas sobre los números de la EPA igual que en la lotería de Navidad, mientras toda España se ríe de algún chiste de la semana o algún titular ridículo,...

En esta marejada de fondo yo quiero llevar la contraria a la corriente y por eso corro en el otro sentido. Porque me nace. Porque cada día quiero más maravillas en mi vida y en la de cualquiera. Porque me aburre quejarme. Porque me harté de llorar y no sirvió. Porque los malos trances tan sólo me han funcionado de vomitivos y laxantes. Porque cuando te he contado las cosas malas he observado cómo te negativizaba sin querer. Porque si te las vuelvo a contar será porque no tenga otra. Porque tengo ese pálpito. Más fuerte que otros años, más intenso, lo estoy notando. Habrá un giro y por eso ya estoy sonriendo. Me río mucho de siempre, pero esta vez con muchas más ganas.

Te lo digo, créeme, este año sólo es una vuelta nueva alrededor del Sol. Sin embargo, se trata de un hito temporal, en cierta manera, que supone una más de todas las excusas que nos inventamos para hacer un punto nuevo de partida. Es decir, que aquí parto mi tiempo, entre un ayer y un hoy y los días que le siguen.

Te invito a que empatices con lo que siento, a que lo mames tú también. ¿Qué pierdes? ¿No estás harto de encontrarte a tus vecinos y hablar de "lo mal que está la cosa"? ¿No preferirías reirte? Ya sé que tú tampoco tienes trabajo, pero... ¿te ayuda hablar de ello con cada quien? ¿No? Entonces ven, que te cuento un secreto: ríete, así tus arrugas, esas que no se van, nacerán de la alegría, no del desconsuelo. Si tienes para comer y para dormir, duerme y come, descansa. Mañana será otro día en el que puedas mejorar tu situación. Deja de contar que te va mal, mejor que eso... ¡cuenta un chiste! Y ríete con ganas, hasta que te duelan los abdominales. Luego afrontarás lo demás, y mientras...¡que te quiten lo reído!

Supongo que te habrán soltado muchas veces esta cantinela, pero esta vez, según lo lees... ¿no te da curiosidad probar una nueva actitud? No me digas nada... de momento, sólo piénsalo esta noche con la almohada.

1 comentarios:

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Yo llevo ya una temporada pasando del mundo más allá de los problemas de delante de mis narices. Me estaba amargando y produciéndome ansiedad.

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